miércoles, 1 de julio de 2009

Tarrés TV

Nadie pondrá en cuestión que una de las piezas y elementos clave en todo modelo de televisión pública, adaptada a los principios más elementales de la democracia, es el nombramiento de una autoridad totalmente independiente, que bajo la supervisión de la institución de la que dependa, garantice lo que realmente importa: el cumplimiento de los principios rectores de un modelo audiovisual y la emisión de información veraz, objetiva y neutral. Estos dos principios, imprescindibles en el diseño de cualquier medio de comunicación público que se precie, deben preservarse con extremo celo cuando se nombra a la autoridad responsable de conducir los destinos del medio, circunstancia que intencionadamente no ha querido observar el Consell a la hora de designar al director de la futura televisión pública.

No cabe duda de que Tarrés está cargado de razones para nombrar directamente y a las bravas al director de este nuevo aparato mediatico que brevemente pondrá a su servicio. Sin embargo, la duda se centra en saber si todas estas razones que han llevado al Secretario General del PSOE a tomar una decisión tan temeraria, tienen su justificación en la necesidad de proteger un verdadero interés social, o se justifican desde la necesidad por proteger sus intereses políticos más inmediatos. Si Tarrés pretende que nos creamos lo primero, es decir, que el nombramiento de este preciso director garantizará la emisión de información veraz, objetiva y neutral, lo tiene francamente difícil. Pero si por el contrario, Tarrés pretende que nos creamos lo segundo, es decir, que el nombramiento del director garantizará la emisión de una información susceptible de ser adulterada, lo tiene mucho más fácil. A esta última conclusión se llega tras analizar determinados situaciones, todas ellas objetivas, que provocan fundadas sospechas sobre la independencia y neutralidad del nuevo director:

Primera. Que el cargo de director de la nueva televisión coincida necesariamente con quien fue responsable de comunicación del Partido Socialista puede ser interpretado como un gesto dirigido a salvaguardar los intereses políticos de la formación socialista desde un medio de comunicación público, circunstancia que podría haberse evitado nombrando a cualquier otra persona sobre la que no existiera ningún motivo que permitiera cuestionar su independencia. En este momento existen motivos más que sobrados para establecer asociaciones entre el elector (Xico Tarrés) y el elegido (el director) que desaconsejan mantener a este último en esta responsabilidad.

Segunda. Que el cargo de director de la nueva televisión coincida necesariamente con quien fue miembro del gabinete de prensa de la coalición PSOE-ExC en la pasada campaña electoral tampoco favorece la presunción de imparcialidad que deben presidir las actuaciones de un buen director. Este antecedente, de marcado caracter político, sin duda contribuye de manera determinante a alimentar la lógica desconfianza, y además, es susceptible de politizar el futuro de un medio de comunicación público.

Tercera. Que el Secretrio General del Partido Socialista y Presidente del Consell, Xico Tarrés, no haya hecho partícipe de la decisión al Partido Popular, y haya nombrado al director a escondidas, es un gesto que desmerece su transparencia y confirma sus intenciones. No sólo porque el Partido Popular tiene una representación social que Xico Tarrés no debe despreciar, sino porque la toma de una decisión de tanto calado, como lo es la puesta en marcha de un instrumento socialmente tan influyente, debería estar presidida por el consenso político más absoluto, todo ello con independencia de que el Partido Popular considere que en estos momentos de dificultad económica el Consell debería renunciar totalmente a sus propósitos. Porque existen otras necesidades sociales que deben ser atendidas con preferencia, porque no se ha justificado su interés social, porque no existe una verdadera demanda, porque su coste es susceptible de incrementarase de forma desproporcionda, y por tantos otros motivos que ultimamente hemos venido manifestando.

Vaya por delante que todas estas consideraciónes no pretenden poner en evidencia la profesionalidad de nadie, y mucho menos la del director nombrado. No se trata ni de valorar sus capacidades, ni su valía, como tampoco se trata de cuestionar su experiencia en el mundo de la comunicación, pues es justo mantener indemnes todos sus méritos y aptitudes, que presumiblemente las tiene, pues valor se le supone. Lo que realmente se pone en entredicho es su propia imparcialidad, su credibilidad como profesional independiente. A estas alturas existen multitud de dudas provocadas por su nombramiento, una decisión que persigue muy determinados objetivos y cuyo responsable primero y último es el Presidente del Consell y Secretario General del Partido Socialista, Xico Tarrés.

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