martes, 30 de diciembre de 2008

El año de las oportunidades perdidas

El año que dejamos atrás se recordará por muchas cosas. Fue el año que ganamos la Eurocopa, Roland Garros y Wimbeldon. El año que más nos reímos con el certamen de Eurovisión. Lo recordaremos también por ser el año en que Ingrid Betancourt fue liberada, que Estados Unidos eligió un presidente de color y las fuerzas armadas españolas fueron capitaneadas, por primera vez, por una mujer.

Desgraciadamente también lo recordaremos como el año en que no fuimos capaces de advertir la llegada de una crisis económica generalizada, cuyos verdaderos efectos parece ser que no hemos experimentado aún en su inmensa totalidad. Un año donde las economías domésticas más frágiles sufren, un año en el que las cifras de desempleo han pulverizado los peores registros desde que España se convirtió en un país democrático, y un año en que muchas empresas han optado por la regulación de empleo como medida para mantenerse vivos en el mercado.

Pero también pasará a la historia como el año de las oportunidades perdidas, el año de las grandes indecisiones y de las inversiones fantasma. Este año no hemos aprovechado buenas posibilidades y hemos confirmado tener una dependencia absoluta de un Gobierno centralista con sede de Mallorca, a quien Tarrés no es capaz de reivindicar ni siquiera lo que es justo. Tanto es así, que la sensación que nos queda es que el Presidente del Consell es un espléndido amigo de Antich, por quien se ha dejado robar nuestra cartera.

Lo cierto es que la situación en la que nos encontramos no invita a ser optimista. A modo de síntesis, y en resumidas cuentas, el año que abandonamos nos deja situaciones ciertamente comprometidas, consecuencia de una gestión de gobierno deficiente:

1.- El sector turístico no cabe duda que ha sido un sector maltratado de forma consciente, precisamente cuando atraviesa por uno de sus momentos más delicados. Este verano, el sector turístico pitiuso, el principal generador de empleo, ha hecho frente a una temporada complicada y difícil, que además, ha coincidido con el inicio de una mala situación económica que comienza a ser más que preocupante. Desde la Consellería de Turismo –que administran los nacionalistas de Unión Mallorquina- nada se ha hecho para socorrer la plaza, y los despropósitos han sido mayúsculos. En primer lugar, porque el mallorquín que gestiona la Consellería se niega a ceder la financiación que necesita el Consell d’Eivissa para que podamos promocionar, sin tutelas de nadie, nuestros intereses turísticos más inmediatos. La consecuencia de este exceso de celo nos obliga a seguir siendo siervos de una política promocional que arrincona nuestros encantos turísticos en ferias internacionales mientras potencia las maravillas de nuestro principal competidor, la isla de Mallorca. En segundo lugar, la torpeza del responsable de la Consellería ha sido mayor cuando manifestó su voluntad de promocionar a la ciudad de Palma como “quinta isla”, sembrando malestar en un sector que no se resignaba a aceptar que el Govern premiara de nuevo a la isla de Mallorca. Y por último, mayor ha sido el desánimo de hoteleros y pequeños comerciantes cuando han sabido de la renuncia del Govern a aceptar turismo senior durante la temporada de invierno.

Hoy el sector turístico ha perdido fe, seguridad y convicción en sus verdaderas posibilidades. La crisis económica y la precaria defensa institucional de nuestro principal activo, el turismo, han sembrado incertidumbre respecto a la próxima temporada.

2.- La inoperante política de transporte impulsada por el Govern de les Illes Balears ha conseguido que nuestras islas cuenten con las peores frecuencias aéreas y marítimas que se recuerdan en muchos años. La decisión de dejar en manos de compañías aéreas de bajo coste conexiones tan elementales como la que une Ibiza con Barcelona está provocando en los usuarios graves perjuicios, pues por mucho que se lo propongan, no llegarán al centro de la capital catalana antes de las doce y media de la mañana, con el agravante de tener que pagar tasa adicional para el caso de viajar con maletas o solicitar asiento de pasillo. No menos preocupante es la situación en el caso de los vuelos entre las islas, donde de pasar de una tarifa única, se ha llegado a un festival de precios verdaderamente desconcertante.
La política de transporte público que mantiene y ha mantenido siempre el Partido Popular se ha centrado en la uniformidad de tarifas, garantizando un volumen de frecuencias adecuado a las necesidades de los usuarios. Y esta solución pasa inevitablemente por la declaración de servicio público de vuelos entre islas y estas con la península, obligando a las compañías que pretendan operar a mantener un riguroso compromiso en la prestación del servicio a un mismo precio, evitando así que decidan cuantas frecuencias ofrecen, en que horarios y a qué precio. En definitiva, se trata de no dejar a merced de la compañía nuestra comunicación con el resto del mundo.

3.- En el capítulo de infraestructuras, seguimos sin levantar cabeza y sin noticia sobre la solución definitiva que ponga fin a un largo periodo de insuficiencias. Me refiero precisamente a la mejora de todos aquellos equipamientos reivindicados desde antiguo, necesitados de actuaciones urgentes que posibiliten un servicio adecuado a los usuarios y un puesto de trabajo sin peligros para los funcionarios que las ocupan. La Comisaría de Policía es tan sólo una muestra. Una instalación que ha sido reconocida por expertos en riesgos laborales del propio Cuerpo como “la peor comisaría de España”, mérito merecido por su indiscutible insalubridad y precariedad de medios. Otro alarmante caso lo protagoniza el edificio de los Juzgados de Ibiza, instalación que no reúne condiciones optimas para casi nada.

Y puestos a hablar de infraestructuras, no debemos olvidar una de las más importantes: El puerto de Ibiza. Su ampliación y reordenación es inminente e inaplazable. No obstante, las diferencias políticas entre socios de gobierno tienen en vilo a la Autoridad Portuaria, impaciente, a la espera de que se pronuncie la dirección de ExC. Y mientras todo esto sucede, nada ocurre con el puerto.

4.- En el ámbito sanitario también suspende el Gobierno de Antich. El hospital de Can Misses ha padecido este año un exceso de pacientes que ha provocado situaciones ciertamente alarmantes, y corre el riesgo de padecer un nivel de saturación que a corto plazo no podrá asumir. La construcción de un nuevo hospital es una realidad innegable e inaplazable, tanto como incomprensible ha sido el retraso acumulado en la negociación para la cesión de los terrenos. Exactamente un año hemos esperado para cerrar un acuerdo que no admitía demasiadas posibilidades. Y después de todo este tiempo, seguimos sin saber si el futuro hospital incluirá todas aquellas especialidades que en su programa electoral prometía, tan campante, Xicu Tarrés.

Y seguimos también a la espera, sin saber si el futuro hospital contará con una unidad de radioterapia, a pesar de que cuarenta mil firmas la reclamen, a pesar de que el hecho insular sea un argumento incontestable, a pesar de que lo haya reclamado el propio Defensor del Pueblo y a pesar de la desproporcionada discriminación que sufren los enfermos de cáncer de Ibiza y Formentera, en comparación con los pacientes de la isla de Mallorca.

Y a todo esto, hay que
sumarle una ocurrencia. El decreto del Govern que impone a los profesionales de la sanidad el conocimiento de la lengua catalana como requisito indispensable para trabajar en las islas, priorizando así cuestiones lingüísticas y políticas por encima de la capacitación o experiencia profesional de los facultativos. Lo que significa un obstáculo más, no sólo para no vengan, sino para que una vez aquí se queden a trabajar.

Mención aparte merece el peor de los males que atenaza y compromete la reputación de todos los partidos políticos, la corrupción. Y este año se ha escrito mucho sobre presuntos casos de corrupción, demasiado quizás. Miembros de distintas formaciones políticas (PP, PSOE y UM) han sido imputados, alguno de los cuales ocupa altas responsabilidades gobierno. Afortunadamente, muchos casos están siendo investigados, otros ya se han resuelto favorablemente, mientras que algunos continúan pendientes de una sentencia que distribuya condenas a los responsables si lo son, o exculpe finalmente a quien no merecía ser condenado. Mientras tanto, nuestra responsabilidad, la responsabilidad de todos los partidos políticos es dejar trabajar a la justicia, desde el convencimiento y la confianza que proporciona saber que la resolución de todos y cada uno de los casos será resuelto de acuerdo a derecho y aplicando con rigurosidad la ley. Y cuando esto suceda, cuando la justicia resuelva, los partidos políticos deberemos actuar con firmeza y decisión contra quien haya transgredido la ley valiéndose de una posición privilegiada en provecho o beneficio propio.

Hasta aquí el resultado de un año de gestión de gobierno de pocas luces y muchas sombras. Nos queda confiar que el año que recién estrenamos seamos capaces de recuperar la Eivissa de las oportunidades. Mientras tanto, lo de siempre, felices fiestas y próspero año nuevo.

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